Santa Teresa dialoga, desde su celda, consigo misma, llega a lugares semiocultos, que su ser y sus hábitos esconden. Teresa va más allá de la religión y en su transitar hacia la gran pregunta, se reconoce como mística que no conoce llegada, sólo búsqueda: todo partida.
A veces se encuentra y de lo encontrado se fijan normas, se acampa descanso. Se mienten seguridades: es la religión, no la mística. Es la domesticación de Dios, del Dios que responde, no del que callando pregunta. Es el borde sin salto.
La religión es mancha, la mística borradura, borradura itinerante, apenas trazo en la arena. La religión busca el conocimiento, la salvación de sí. La mística, el gozo y la unión. La desaparición de sí. Aquella escribe dogmas, clausura el sentido, ésta libera silencios, se dice poesía